La salud mental. Es un tema que nos ha tocado a muchos, pero del que no se habla lo suficiente en nuestro país. Todos debemos tratar de combatir el estigma de hablar de salud mental, hacerlo de manera clara y pedir ayuda cuando se necesita.

La propuesta de Gustavo Petro sobre la reforma a nuestro sistema de salud es problemática. Muestra desconocimiento e improvisación. Podría generar un caos. Debería preocuparnos a todos. Está en juego la salud de la gente. Propone un énfasis en los determinantes de salud: la educación, la nutrición, el agua potable, etc. Pero este énfasis no sustituye la necesidad de un sistema de salud. Hay enfermedades no prevenibles y el envejecimiento aumentará la prevalencia de muchas enfermedades crónicas. No explica de qué manera se van a coordinar las actividades de atención primaria con el resto del sistema. El programa “Territorios Saludables” que implementó sin mucho éxito en Bogotá estuvo plagado de problemas de coordinación. Dice que las secretarias de salud asumirán las funciones de las EPS. ¿Habrá oído de los carteles de la hemofilia y los enfermos psiquiátricos, etc.? Las secretarias han fracasado repetidamente como aseguradoras. Esta propuesta aumentaría la corrupción y los problemas de atención. Habla confusamente de “salud predictiva”. Ignora los esfuerzos de gestión de riesgo por parte del sistema en cabeza de las EPS. Desconoce el trabajo de la Cuenta de Alto Costo. Pareciera no entender el sistema actual en este aspecto. Sugiere que las EPS cumplirán funciones de aseguramiento para eventos catastróficos y que los hospitales públicos se encargarán del resto. Esto llevaría a un sistema segregado: los pobres en los hospitales públicos, los ricos en los privados. Es el modelo de hace treinta años. El sistema tiene que reformarse, no acabarse. Mi propuesta contempla un fortalecimiento de los sistemas de información, una política ambiciosa de talento humano, un plan de inversión en la red pública, un énfasis en la salud mental y la producción local de biosimilares y vacunas.

La salud mental. Es un tema que nos ha tocado a muchos, pero del que no se habla lo suficiente en nuestro país. Todos debemos tratar de combatir el estigma de hablar de salud mental, hacerlo de manera clara y pedir ayuda cuando se necesita.

Comparemos sistemas de salud en América Latina. Hay una cosa que es innegable de nuestro sistema de salud y se llama protección financiera. Si usted va a un país como México o como Argentina hay familias que se enfermaron de covid con una persona que tuvo que pasar semanas en una UCI y tienen cuentas médicas que los obligan a vender la casa, el pequeño negocio, el carro. En Colombia eso no pasó, nadie tuvo que vender su negocio para pagar una cuenta médica como consecuencia del Covid. Eso se mostró recientemente en un estudio que hizo la ANDI, yo creo que es una característica rescatable e importante de nuestro sistema de salud, que tiene que protegerse. Por eso no me gusta cuando Gustavo Petro dice “yo voy a acabar con el sistema de salud”, eso es una locura. Yo reformaría algunos elementos, yo quiero poner un énfasis ahora en los temas de salud mental (…) Colombia tiene una crisis de salud mental y no estamos haciendo nada al respecto

La salud mental. Es un tema que nos ha tocado a muchos, pero del que no se habla lo suficiente en nuestro país. Todos debemos tratar de combatir el estigma de hablar de salud mental, hacerlo de manera clara y pedir ayuda cuando se necesita.

En lugar de estar obsesionados con el uso del tapabocas, el gobierno y la sociedad deberían estar enfocados en la salud mental de los colombianos. La pandemia generó una crisis sin precedentes de la que nadie parece ocuparse. Hablemos de salud mental.

Recientemente, el precandidato Alejandro Gaviria propuso redefinir las prioridades de la acción institucional frente a la pandemia; puntualmente, sugirió la necesidad de abandonar la “obsesión” por el uso del tapabocas, para centrarse en temas mucho más apremiantes como la salud mental. La propuesta del  precandidato Gaviria es sumamente interesante y oportuna. De hecho, desde hace un tiempo, el precandidato había publicado en su página web la necesidad de acciones centradas en la salud mental de los colombianos. Si bien la pertinencia de un proyecto de salud mental comunitaria no es cuestionable, es necesario planificarlo adecuadamente considerando los recursos disponibles. Es preciso señalar que se requiere un amplio despliegue de recursos para diseñar, desarrollar, contextualizar, gestionar y supervisar los servicios regionales y locales de servicios de salud mental centrados en la comunidad. Para ello es necesario contar con el apoyo de equipos formados por diversos perfiles profesionales, de manera que se amplíe el papel de los psicólogos y los psiquiatras. Dicho proyecto presentaría enormes retos ya que en Colombia, según una consulta realizada al cubo de datos de RETHUS (Red de Talento Humano en Salud), para febrero de 2022 existen 1433 Psiquiatras y 117.827 Psicólogos registrados. Esto supone 0,28 Psiquiatras por cada 10.000 habitantes y 22,83 Psicólogos por cada 10.000 habitantes, según la proyección de población para el año 2022.

Un servicio de salud mental comunitario como el mencionado puede incluir en su alcance la salud mental en el ámbito laboral. Esto es así porque tal enfoque se desarrolla en un entorno distinto al hospitalario. No obstante, su alcance ha de ir más allá de la orientación en materia de salud mental. Para ello, dado que la pandemia de COVID-19 ha impactado la salud mental a nivel global, sería conveniente que el candidato ampliase su propuesta con el fin de conocer, con más detalle, la forma en que estructuraría un plan de salud mental comunitaria para garantizar su ejecución y sostenibilidad con los recursos disponibles. Así mismo, si bien los profesionales de la salud han estado expuestos a situaciones que afectan su salud mental, ellos no son el único grupo poblacional aquejado por esta situación. En consecuencia, resultaría fundamental extender esta iniciativa a la población en general. Por supuesto, esto requeriría un recurso de talento humano más robusto del que se dispone actualmente y debería tener en cuenta el tiempo que le tomaría al país formar a esos profesionales -sumado a la disponibilidad de una oferta educativa suficiente-.

Frente al uso de tapabocas es importante recalcar que estos mitigan el contagio por COVID-19, pero también tienen una serie de inconvenientes. Si bien es cierto que los tapabocas pueden bloquear las gotas que exhala una persona no contagiada, la capacidad para filtrar dichas gotas varía con el tipo de mascarilla que se use, así, por ejemplo, según una investigación (estudio ambiental del número de casos y muertes de países que adoptaron o no generalizaron mandatos de tapabocas), las máscaras de tela que pueden reutilizarse son menos efectivas que las quirúrgicas. Estas últimas, son las que deben usarse en espacios cerrados en los cuales haya un número importante de personas. No obstante, la eliminación del tapabocas al aire libre podría ser una opción, ya que hasta la fecha no se conoce de un contagio masivo. Igualmente, y tal como lo establecen los datos, no se mostró una diferencia entre los países europeos que no exigieron uso de tapabocas y países de la misma región en los cuales este requerimiento se hizo obligatorio (Ver Gráfica basada en Our World in Data). Así mismo, en otro estudio se estableció que una persona contagiada de COVID-19 puede someterse a un proceso en el cual inhale varias veces las mismas partículas del virus, esta situación puede tener consecuencias, como, por ejemplo, las probabilidades de una infección grave por el virus, dada la acumulación de una carga viral importante.

Lo anterior es importante a propósito de las nuevas medidas tomadas por el gobierno nacional respecto al uso del tapabocas en espacios abiertos. En ese sentido, MinSalud estableció que la restricción se levanta únicamente en territorios con un porcentaje mayor al 70% en esquemas completos de vacunación. Igualmente, el lavado de manos, el uso de mascarilla en espacios cerrados (por ejemplo, en el transporte público), el distanciamiento social, el lavado de manos, así como, el aislamiento preventivo y selectivo, continúan siendo importantes.